Entre tanto inventario hecho, creo que nos faltaba uno que realmente vale la pena mencionar. Ese que sólo sale de noche, entre luces, música, algún que otro trago y unas cuántas personas más. Sí, estamos hablando de los especímenes que encontramos en el boliche típico clase C, donde te pasas tus nocturnidades divirtiéndote con amigos. Es un ambiente que da para todo (como seguro ya conocés por experiencia propia), es apto para todo tipo de tipos, un hábitat ideal para destapar las realidades, ya que en la oscuridad, como todos sabemos, solemos ver menos. Empecemos a relatar algunos de los que nos solemos encontrar, pongan de fondo la música que desean…

El pesado: uffff, típico de los típicos de cualquier boliche, y del único del que nunca estás a salvo. Nunca falta este chico que por cada no que le decís, entiende un si. No hay manera de hacerle entender que vos nada que ver, que querés pasarla bien con tus amigas, y con él no querés nada más. De entrada, te suelen agarrar desprevenida, te agarra las manos y ya te quiere sacar a bailar. Cada vez que intentás correrte, empieza con su típico ‘alguna vez te dijeron que sos muy linda?’ Si, tantas querido, tantaaas…El pesado que nunca falta, y como siempre, del que zafás gracias a tus amigas.

El secuestrador: este es de los peores, porque es una mezcla del pesado con un poco más de esfuerzo. El chico que mientras estás caminando te agarra un brazo, una mano y como si nada, tira. Y nosotras, con todo nuestro empeño, intentamos zafarnos del agarre. Chicos, está chequeadísimo que así nuuuuuuuuuuuunca les vamos a dar bola. Ni siquiera solemos mirarlos a estos que sin más nos hacen difícil el tránsito por el lugar. Y una vez más en una cadena de salvataje, entre todas ustedes tiran para salvar a esa amiga.

El simpático: es un pesado que tiene más chances de que le des bola. Suele venir a sacarte a bailar, y con un par de movimientos ya te sacó tu nombre. Este tipo muchas veces coincide con ese increíble chamuyador que, dependiendo de los valores que tome este nivel de chamuyo, tiene aún más chances. Lo divertido acá es que se creen que nunca escuchamos las mismas cosas que nos dicen todos, pero nosotras desde la primer vueltita, ya les olemos el aire a chamuyero, el que nos va a decir todo lo que queremos escuchar, por lo menos durante esa canción.

El amistoso: el que nunca anda solo. Siempre aparece con la barrita de amigos, ni decirte cuando en una de esas te toca enfrentar sola a todos para escaparte de eso. Es el típico que te ve con tu amiga y cae a saludarte en la pista, pero obvio que trae al amigo para que con tu amiga tengan onda y él se quede con vos. En el mundo de las probabilidades esta ecuación es de muy difícil, tienen que coincidir 4 personas para lograr algo. Pero siempre sabemos que en el caso de que el muchachito en cuestión nos guste, siempre vamos a tener a la amiga que nos hace la gamba.

El que pesca: nunca sabes de donde sale, o bien se la pasa cerca de la barra, o apoyado en una columna, o hasta es el que te podés llegar a encontrar en la fila para comprar un trago. El oportunista que ve en cada situación una buena idea para encararte. De la nada te dice un piropo, se hacen los simpáticos y te charlan mientras esperan en la fila, o mientras esperás tu turno en el guardarropas. Es bastante optimista, y el que por más cantidad de posibles, tiene más probabilidades de terminar con alguna que otra conquista bajo el brazo.

El hijo de puta de siempre: claaaaaaaaaaaaaaaro. Vos que te pensabas? que hoy zafaba???? NOOOOO, este tipo que ya te agarró y te dejó, y te agarró de vuelta y te volvió a dejar cada tanto revive cual zombie en medio de las luces de neón. El culpable de tus comentarios en un blog así, se te aparece en alguna que otra velada y todo lo que decimos es: pero la puta madre, justo acá? Jajaja, que capo, igual lo queremos, aunque generalmente conviene verlo a distancia. Porque lo peor que podemos hacer es seguirle los pasos el resto de la noche. No queremos saberlo, gracias.

Y aquí está, un pequeño rejunte de chicos nocturnos. Me juego a que mínimo, tres de estos por noche hacen la aparición, muy a lo Dickens. Igual, como siempre, yo los banco, me hacen la vida imposible, pero sin ellos me aburriría taaaaanto.
Resentidas, díganme felices vacaciones. Oh yeah.
Saludos !
Mirá que hemos hablado de tipos que nos hacen la vida un tanto más divertido con un dejo de histeria. Y eso que creo que ya casi estamos nombrando a todos los tipos de tipos. Pero creo que nunca hablamos de este en particular, que tiene la facultad de hacernos quemar la cabeza, que nos intrigue y que a la vez, nos hace estar esperando el momento a saltarle a darle un golpecito acomodador de ideas (Como que el patrón es parecido a todos no?) Acá te va, esa especie de chico que creías que nunca te iba a tocar…El lento.
UFFFFFF el leeento. Lento para todo. Para entenderte, para sacarte esa indirecta que hasta te costó tirarle, para invitarte a salir, para saludarte en el msn. El lento en estos momentos donde todo va rápido. Una cosa es el romanticón, que a todas nos puede un poco. Por mucho que queramos esconderlo, a todas nos sale la Susanita cada tanto.
Pero el lento, lo que tanto nos pone a caminar por las paredes, es que el tipo nunca nos hace estar seguras de nada: si está atrás tuyo, si va de costadito porque le da cosa ir adelante, si no te da bola, si piensa decirte alguna vez si le pasa algo o no…Nada, sólo suposiciones que encima tenemos facilidad de idear, como siempre. La duda no sólo es la madre del conocimiento, sino que además el pasaje a no dormir por alguno que otro día, porque al pelotudo este no le cazás una. ‘Por qué me gusta!?’, pensás, y si no era este era el otro! Se sabe que siempre va a haber algo que le ponga gustito a toda esta ensalada de hormonas adolescentes mezclado con diálogos de series y películas que se te meten en la cabeza. Uff, lento, tirame una!
Con él no alcanza comerse la uñas, la ansiedad de saber qué es lo que le pasa por la mente nos supera al punto de llegar a comernos los codos. Este muchachito en cuestión es de esos que tus amigas no llegan a dilucidar si son muy tímidos o simplemente son boludos. Están a flor de piel casi tan expectantes como vos por saber que te puede decir esta vez.
Vos, obviamente le tirás centros, izquierdas, derechas. Te hacés la interesante con indirectas, con directas. Le mandás cartas documentos, señales de humo y nada. Ya no sabes que hacer para que el tipo se entere (o se anime) a invitarte a algo o por lo menos a que te diga si vale la pena tanto trauma suelto.
Lo peor es cuando vos ya intuís que algo de química tienen, pero nunca estás del todo segura porque no sólo no te da un indicio, sino que encima a la primera que puede te cambia el tema. Vos ahí estás, con todas las cartas sobre la mesa, jugando a lo que se puede, y el tipo te desconcierta con temas que nada tenía que ver con lo que vos querías hablar. Claro, con todo lo que te cuesta, a duras penas encaminás para ese lado la conversación y el te salta con el clima. No, si me querés hablar del día, no me mires como me miraste el otro día!
Igual, de los lentos el peor es el que te tira una de que efectivamente, hay onda. Pero no te activa una salida, un encuentro, una vuelta manzana. Nada.
Malísimo. No la harían más fácil de última diciendo que no? Hombres, son simples, pero de verdad que cuando quieren son complicados.
Resentidos, tírenme buena ondaaaa, última semana de parciales! OH YEAH!
Nunca hablamos de esto resentidas. Y esta es una de las que más nos persigue creo yo. O por lo menos llegó al top 5 de las cosas que más hacemos en lo que respecta a un él. Claramente es algo así como el deporte internacional más seleccionado por las mujeres. Recemos porque el 25% se salve por inconsciente, aunque es un tema que de a poco se va racionalizando. Va desde la realidad a una cantidad de series y libros, así que si, es una cosa alrededor del mundo. Sorprendentemente excede las barreras de los países, unificándonos en una cantidad innumerable de insistentes y fanáticas de causas perdidas. Saben de qué vamos a hablar hoy? Ya se los estoy contando: esa fucking manía de creer que con nosotras, ese chico malo va a cambiar.
Pffff, listo, terrible premisa que en contadas oportunidades podemos dar por válida. Tenemos como esa fijación en ese tipo de chicos. Como eso que digo yo, ya de primera, nos interesa ese que tanta bola no nos da. Partimos de esa base. Siempre nos da más intriga y con pequeñas muestras de que está atrás de nosotras, somos felices. Pero hay veces que eso sigue, y sabemos que él no es lo que diríamos un chico bueno. Para qué! Nosotras corremos a la cabina de teléfono más cercana, pegamos un par de vueltas, y nos calzamos el disfraz de Mujer Maravilla, dispuesta a ser quien salve a ese chico.
Si de una vez por todas lograste que más o menos se quedara con vos, empezás a intentar llevar todo al siguiente nivel, cuando generalmente estos muchachos son de esos que el compromiso les hace poner cara de limón. Pero no te das por vencida porque estás convencida de que ese tipo, es capaz de cambiar por vos. Es por eso que le das tantas oportunidades de demostrarlo y siempre se gana perdones imposibles de contar. Encima es ooooobvio que te puede! Que combinación del orto: chico malo que encima te puede. Dale, es que podemos estar peor? Nos suelen coincidir ese tipo de patrones masculinos.
Estas relaciones enfermizas en las que nos encanta meternos, en las que siempre por razones que ni siquiera podés encontrar ahí te ves una vez más escuchándole excusas que mientras tu parte razonable te dice: ‘No, cómo te va a decir eso, qué se cree que sos?’. Pero tu otra parte, esa súper sensorial y pragmática (y por mucho, un poco estúpida), lo está viendo, le conoce esa cara de comprador, esa fucking sonrisa que lo hace tan persuasivo y vos como una boluda, por más que estés al borde de la más aguda histeria, esas cosas tienen como un efecto limpiador en nosotras y puf, listo. ‘Si, te entiendo.’ Y mi enojo, y mi histeria? Ah si, cierto me la robaste vos.
En fin, creo que sería más rentable colgar la capa y el lazo de la justicia, para irnos a salvar pingüinos. Esos si se dejan salvar. No como estos que mínimo uno tenés en tu lista. Y esperemos que sea sólo uno. Pero como todas sabemos, uno es más que suficiente razón para que nos salga la heroína de adentro con delirios de ‘Si me voy, él va a venir a buscarme.’ No. Y es en donde ese límite entre remedio y enfermedad se confunden todo el tiempo. Pero bueno, así y todo, no niego nada de lo que me divierto con esto.
Hoy les dejo de yapa, una canción que es este tema resumido en un par de acordes. ‘Él no es un chico que puedas cambiar/aunque sé que deberías hacerlo/ Él no es un chico que puedas domar/no dejes que se burle de vos/ No trates de hacer que te vas, que no te va a detener /Él no es un chico que puedas atar, pero se que querés hacerlo/ Y podés esperar toda la noche, y todos los días/Pero él es un chico que no vas a poder cambiar.’(Escuchala acá!)
Amén. Resentidos, parciaaaales, deséenme suerte.
Ash is off!

P.D: Si, se lo sigue perdiendo!
Pasé por la puerta de un local donde venden ropa interior, pijamas, medias y ese tipo de cosas para nosotras. Me quedé mirando por la vidriera un ratito. Reparé en un conjuntito al costadito de la misma. Divino, hecho de algo así como encaje rosa pastel, con detalles en gris, y mini voladitos con una cinta del mismo rosa, con algún moñito para terminar la decoración de las dos prendas.
Y luego, la histeria.
Esas preguntas del tipo, ‘para qué carajo me voy a comprar eso si estoy más sola que el náufrago en la isla?!’ O las peores afirmaciones del tipo ‘si estuviese con él, me lo compraría!’. Unos ciertos segundos en donde reparás en lo sola que estás. Algunos pocos minutos de la situación fueron dados para ese tipo de cavilaciones estúpidas. Porque luego viene la realidad de todo, la realidad de las que somos parte de esta sociedad donde la mujer tiene tanto poder. Bueno, como siempre, pero ese es motivo de otro debate.
¿Quién dice que no tengo que comprarme cosas lindas sólo porque no hay alguien específico a quien mostrarlo? Siguiendo esta lógica pelotuda, ¿qué, tampoco me maquillo? ¿Qué está sucediendo? Desde cuando depende mi felicidad de un idiota que encima ni existe!? Encima que ni está, me va a seguir rompiendo las bolas!?
Ok, por un minuto llegamos a ese estúpido mundo en donde sentís que ciertas cosas de la vida están íntimamente ligadas con la presencia de alguno que no sólo nos hace felices sino que cada tanto, pega un desliz que nos pone un tanto histéricas. Ese tipo de universo en donde comprar ropa interior linda, comprar sábanas nuevas (hasta incluso depilarse!), en fin, toda una serie de cosas que de adquirirlas implica ser sinónimos de compartirlas con alguien.
Les confieso que los chistes en cuanto a la soledad equiparándola con las cosas que compro y que serían mejor si hubiese ‘un alguien’ son los chistes fáciles que tengo con mis amigas, los que nos hacen reírnos de esa pseudo necesidad de tener algún simpático al lado nuestro, que queramos o no, reconozco que hacen los días más interesantes.
Porque es claro que si de necesidades hablamos, cada tanto es bueno tener alguno especial que haga las veces de ‘plus’ en ciertos aspectos de nuestra vida, pero definitivamente en torno a ese no gira la cuestión de nuestra felicidad. Argumento feminista si lo hay!
Pero a lo que voy con esto es que, loco, aprovechemos tanto la soltería, como esos momentos de enamoramiento! Y si hoy, pasas por esa vidriera comprate ese conjunto y el pijama re sexy que hace tanto relojeás. Si ves esas botas que te encantan, cómpratelas! Si te hace feliz, elegí esas sábanas suavecitas y nuevas, sólo para disfrutarlas y soñarlas todo lo que quieras! Y hacé todas esas cosas que te hagan feliz sin importar que esté él o no!
Voy a cerrar el texto de hoy con una frase que rescato siempre de una de las películas de la vida de la gran Coco Chanel: ‘La única cosa buena del amor es hacer el amor. Que mal que para eso necesites un hombre.’
Y obvio, pero obvio, que me compré ese conjunto.
Gracias por el aguante, Resentidas! Última semana de respiro, las que vienen más parciales!
Saludos!